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El comer de sangre
El comer de sangre
por R. L. Morrison
Hay en nuestra época una diferencia de opinión en algunas partes del mundo sobre el comer de sangre--eso es, el ingerir sangre como comida. En algunos lugares, estas opiniones se han hecho un tropiezo para nuestros hermanos. El propósito de esta discusión es el de exponer la verdad según la entiendo (eso es, lo que la Biblia enseña sobre este tema). En esta discusión, es muy preciso discutir las enseñanzas del Antiguo Testamento tanto como las del Nuevo para comprender de una forma completa los mandamientos de Dios. Es verdad que los que vivimos ahora no estamos obligados a guardar la ley que Dios entregó a Israel a través de Moisés. Fue dada solamente a los descendientes de Abrahán. Aquella ley ya sirvió su propósito. Jesucristo descendió de Abrahán, nació bajo aquella ley, la guardó perfectamente, y la quitó, "clavándola en la cruz". Cincuenta días después de ese suceso, una nueva ley (o pacto) comenzó a ser revelada y entregada a todas las naciones, tanto al gentil como al judío. Todos los que vivimos hoy día estámos bajo esta nueva ley. Todos seremos juzgados por ella en el último día. Nuestro eterno destino se determinará por si recibimos esta ley y si la obedecimos. El uso de sangre como comestible está mencionado en esta ley; por ello, es importante que lo estudiemos.
Primeramente regresaremos al principio para aprender lo que Dios dijo de este tema a los que había creado. "Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre" (Gen 9:4-6). En estos tres versículos, hallamos que Dios prohibió el comer de sangre y el homicidio. Hay dos cosas para notar: (1) la vida está en la sangre, y (2) el hombre es hecho a imagen de Dios (en su semejanza). Estos mandamientos e información se revelaron al hombre después del diluvio y antes del nacimiento de Abrahán.
Pasó el tiempo, y Dios hizo un pacto con Abrahán. Prometió hacer una gran nación de los descendientes de Abrahán, y a Abrahán le prometió una tierra en que morar (Gen 13:14-17). Dios cumplió con su promesa, y años después, los descendientes de Abrahán, ya muy numerosos, salieron de Egipto, adonde habían ido para escapar una gran hambre. Dios alzó a Moisés y lo capacitó a sacar ese pueblo (los descendientes de Abrahán) de su esclavitud y traerlos a la tierra que Dios le prometió a Abrahán. Recuérdese de que Moisés los sacó de Egipto, pero a causa de la desobediencia, a él no le fue permitido entrar en la tierra prometida. Josué fue escogido para reemplazar a Moisés, y ése los guió en la tierra y ayudó a repartir una herencia a cada una de las doce tribus. Pero antes de la muerte de Moisés, Dios dictó un sistema de leyes a través de Moisés. Esta ley gobernaba su vida y su adoración. Aquí solamente vamos a considerar una parte de esa ley--la que pertenecía al uso de la sangre. "Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis" (Lev 3:17). En Lev 7:27, esta ley se reitera, junto con el castigo por desobedecerla: "Cualquiera persona que comiere de alguna sangre, la tal persona será cortada de entre su pueblo".
Lev 17:11-14 nos dice por qué es prohibido comer sangre: "Porque la vida de la carne en la sangre está... Porque la vida de toda carne es su sangre". Estas escrituras y muchas otras enseñan que la vida está en la sangre. Esto se entiende fácilmente: ningún cuerpo, ni del hombre ni del animal, puede vivir sin la sangre.
Ahora considere un otro mandamiento que Dios dio en el principio, y a Israel también: la ley tocante al homicidio. En Num 35 encontramos mucha información sobre este tema. "Si con instrumento de hierro lo hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá" (vs. 16). "Y si con piedra en la mano, que pueda dar muerte, lo hiriere y muriere..." (vs. 17) "Y si con instrumento de palo en la mano, que pueda dar muerte, lo hiriere y muriere..." (vs. 18) "o por enemistad lo hirió con su mano, y murió, el heridor morirá; es homicida..." (vs. 21) Estas escrituras sin duda revelan la actitud de Dios para con los que toman la vida de otro--los homicidas. Pero Dios dijo más: "Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá" (vs. 31).
Ahora recurrimos al Nuevo Pacto para considerar los mandamientos de Dios sobre el comer de sangre y el homicidio para los que vivimos hoy en día.
El homicidio se menciona varias veces en el Nuevo Testamento. Es una entre muchas cosas que son en contra a la justicia. Oiga a Pablo: "Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños..." (Rom 1:28-29) "quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican" (Rom 1:32). En Gal 5:19-21 Pablo expone una lista de pecados (cosas contrarias a la ley de Dios). Menciona adulterio, fornicación, idolatría, hechicerías, enemistades, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, y dice que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. También, 1 Juan 3:15: "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él".
Pero quizás se pregunta ¿qué tiene el homicidio que ver con el comer o el beber de sangre? Nada. Pero las dos cosas han sido contrarias a la ley de Dios desde el principio. Hemos visto que ambos eran pecado bajo el pacto que Dios hizo con Israel. Hemos visto que el homicidio y el homicida son condenados en el Nuevo Testamento. Ahora veremos lo que el Nuevo Testamento enseña sobre la sangre como comestible.
El evangelio difundió rápidamente entre los gentiles después que Pedro (mandado por Dios) empezó a predicarles. Luego, el Señor Jesús le apareció a Saulo de Tarso para hacerlo apóstol, y éste fue el apóstol enviado a los gentiles. Saulo (también llamado Pablo) obedeció, y el libro de Hechos habla de muchos lugares que visitó predicando y estableciendo iglesias entre los gentiles. Pero muchos de los judíos que trataban de guardar la ley de Moisés empezaron a hacer objeciones, queriendo obligar una parte de la ley a los gentiles: la circuncisión y el guardar del sábado. Una discusión surgió y los apóstoles y los ancianos se juntaron para discutir esos asuntos. Llegaron a una decisión: a los gentiles no fue necesario guardar la ley de la circuncisión, pero considere lo que les fue dicho: "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis..." (Hch 15:28-29) Esta instrucción se repite en Hch 21:25. El hecho de que dice "ha parecido bien al Espíritu Santo" demuestra que lo dicho tenía la aprobación de Dios.
Hemos hallado que desde el mero principio (y así será hasta el fin) Dios no aprobaba del uso de sangre como comida (ni tampoco hoy en día). Tal vez la razón es porque "la vida está en la sangre". Es verdad con todo lo viviente que tiene sangre. A pesar de quién es Ud., sabe muy bien que el quitar la sangre a su cuerpo resultará en la muerte--la muerte física. Y el uso de la sangre de otros seres vivientes como comida para el hombre resultará también en la muerte--no la muerte física, sino espiritual.
El comer de sangre es pecado--infracción de la ley de Dios--pero ese pecado puede ser perdonado si uno deja esa práctica, tal como cualquier otro pecado le puede ser perdonado al cristiano por medio del arrepentimiento y la oración.
El homicidio ha sido pecado desde el principio, y le costaba la vida al homicida (tanto físicamente como espiritualmente). ¿No sufrirá el mismo castigo el que desobedece la ley de Dios hoy en día sobre el comer de sangre? ¿No perderá su vida espiritual? ¿No resultará en la eterna perdición para el que comete ese pecado? Si no, ¿dónde está la escritura que lo pruebe?
¿En que condición está la vida espiritual de Ud.?